En todas las ficciones,
cada vez que un hombre se enfrenta
con diversas alternativas,
opta por una y elimina las otras.
-Jorge Luis Borges-
De pie, sobre el borde del abismo, sintiendo el suave viento sobre su rostro; imaginó los trazos de un alma, vividos en el tenue trazo de una sonrisa, en la exquisitez de la palabra; sintió el vértigo del abismo en la sonrisa y en la palabra. Imaginó su caída y al golpe final, mirar los indescifrables ojos de Dios, fulminándolo, condenando su Alma a la Nada. El despojo, en el cual se transformó su alma pidió valor para poder explicarte, decirte todo; para explicarte cada mirada y lo que ella le hacía sentir, para explicarte por qué te dice ahora: “Adiós, no me olvides”…
Entonces comprendió que en otro tiempo el que caía era Dios para encontrarse conmigo y explicarme cada mala jugada, cada llama; pero igual, el fulminado y el despojo sería yo…
Pidió disculpas a tu Alma y se abandonó volando lejos, tratando de desaparecer, de no volver a buscarte.
Entonces me atreví a mirarlo, era tan parecido a mí que a veces solía confundirlo frente al espejo. Siempre supuse su cobardía, siempre la comprendí cabalmente. Y al mirarlo a los ojos supe por qué nunca me atreví a decirte que estaba pensando en ti aquella tarde; por qué a cada lágrima ponía distancia entre el Cielo y el Abismo si son casi la misma cosa. Aferrado al niño y al dragón nunca te dije “Te Quiero”
Así, despojado de todo mal y de todo bien, caminó lo que restaba de mi alma; expulsado del paraíso, desterrado del infierno.
Cuando abrí los ojos para dejar de imaginar vi que era demasiado tarde, el golpe sonaba y los ojos de Dios me miraban mientras era fulminado por tu divinidad.......................
cada vez que un hombre se enfrenta
con diversas alternativas,
opta por una y elimina las otras.
-Jorge Luis Borges-
De pie, sobre el borde del abismo, sintiendo el suave viento sobre su rostro; imaginó los trazos de un alma, vividos en el tenue trazo de una sonrisa, en la exquisitez de la palabra; sintió el vértigo del abismo en la sonrisa y en la palabra. Imaginó su caída y al golpe final, mirar los indescifrables ojos de Dios, fulminándolo, condenando su Alma a la Nada. El despojo, en el cual se transformó su alma pidió valor para poder explicarte, decirte todo; para explicarte cada mirada y lo que ella le hacía sentir, para explicarte por qué te dice ahora: “Adiós, no me olvides”…
Entonces comprendió que en otro tiempo el que caía era Dios para encontrarse conmigo y explicarme cada mala jugada, cada llama; pero igual, el fulminado y el despojo sería yo…
Pidió disculpas a tu Alma y se abandonó volando lejos, tratando de desaparecer, de no volver a buscarte.
Entonces me atreví a mirarlo, era tan parecido a mí que a veces solía confundirlo frente al espejo. Siempre supuse su cobardía, siempre la comprendí cabalmente. Y al mirarlo a los ojos supe por qué nunca me atreví a decirte que estaba pensando en ti aquella tarde; por qué a cada lágrima ponía distancia entre el Cielo y el Abismo si son casi la misma cosa. Aferrado al niño y al dragón nunca te dije “Te Quiero”
Así, despojado de todo mal y de todo bien, caminó lo que restaba de mi alma; expulsado del paraíso, desterrado del infierno.
Cuando abrí los ojos para dejar de imaginar vi que era demasiado tarde, el golpe sonaba y los ojos de Dios me miraban mientras era fulminado por tu divinidad.......................
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