domingo, octubre 22, 2006

AdKariel

…Algunas veces se acercó al sol a su vuelo, en esos instantes, el Abismo lo llamaba gritando otro nombre, como si recordara viejos tiempos.
¡Ícaro! ¡Ícaro!-Clamaba el Abismo. Ícaro
Su cuerpo frágil revoloteaba dejándose seducir a ratos por el sol, a ratos por el Abismo. Sabía que no podía caer; sus alas no eran de cera sino de fuego y oscuridad…
Cayó sin saberlo en lo más profundo de su alma; hizo el pacto que lo llevó a tener alas de ángel pero hechas de otro material, hechas no de luz sino de fuego; desde entonces prometió que pelearía por recuperar el Abismo y el Cielo; que regresaría a Adán al Paraíso.
Después de su caída no supo más de ella, a veces, en silencio puede recordar su nombre y jugar con él; así fue como conoció el otro lado del mundo; jugó una y otra vez con ese nombre, una y más veces lo pronunció hasta que no le reconoció sentido alguno, descompuso sus letras hasta que éstas comenzaron a bailar delante de sus ojos, hasta que olvidó el verdadero nombre y, a causa de esto, fue transportado al lugar de su caída.
El valle era oscuro, apenas un páramo, él lo conoció con el nombre de Nod pero no vio a nadie que lo confirmara, comenzó a jugar con el que fue su nombre hasta perderse en los significados y borrarlos entonces se llamó AdKariel.
Así se olvido de ella...
No supo cuanto tiempo paso para volver a recordarla, pero para él habían pasado siglos, no recordó ni su sonrisa, ni sus ojos.

…y yo que destroce el mundo sin siquiera conocerla, una extraña, me dijeron y en eso tenían mucha razón. No sé cómo fue que comenzó mi extraño peregrinar con estas alas; no recuerdo ni siquiera mi nombre ni quién fui en el mundo de lo profano; muchas veces creí recordar el atardecer sin tu presencia, recordar el frío invierno y la caliente primavera sin ti, sin embargo la verdad nunca, o mejor dicho, siempre fue así.
Las tormentas de arena son más calientes aquí que en la tierra, la nieve que jamás conocí aquí es helada y creo firmemente que más fría que en el mundo que compartimos vivos, tú eres un ángel y yo no sé quién o qué soy.
estoy solo, no he visto a nadie igual a mí, llevo siglos contemplando el abismo, llevo siglos soportando la furia de los hombres, la gran misericordia de Dios. en este cielo se empiezan a dibujar nubes, en este mundo eso es inevitable señal de lluvia, de esa lluvia que quema mis alas y mi rostro, de esa lluvia que no puedo dejar de sentir aunque me cubra con los pocos árboles que hay en este páramo; no, esto no es Nod, esto es el aqueronte, el Gehena, mi propio infierno, el camino que nunca debí tomar al empezar a enamorarme de una mujer que no existe, que nuca existió.
me consumo entre mi soledad y mi culpa, siempre te desee siempre lo desee todo y ahora mi castigo es tener la nada como única compañía.
todo lo que pienso es confuso, las imágenes se asemejan a pequeños remolinos que no puedo hilar, sin embargo sé que son recuerdos de mi vida, alejándose cada vez más de lo que ahora es mi muerte...

llevo siglos aquí, ya no me lo parece ahora lo sé. este mundo es de fuego y hielo, las cavernas son oscuras como mi alma, he podido no sin dolor, salir por momentos de este infierno, y qué vi, la soledad, la angustia de un hombre que nunca fue llamado por un nombre, vi nacer del barro vida y de la vida más vida y por último muerte y destrucción, vi a millones soportar el frío y emigrar, vi seres monstruosos devorarse y destruir el mundo y a otros seres, vi su feo nombre columpiarse con letras doradas en el monte, vi mi rostro abominable a través del tiempo, lo vi lejos, caminado en un desierto, loco, lleno de deseos, vi como será el fin de mi miseria, fue entonces que regresé, para cumplir mi hado, para sentir nuevamente la tormenta que me llevará lejos de este lugar, a pelear, a recuperar mi fe y mi nombre para dejar de llamarme AdKariel.

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